A diferencia de lo que sucede en otras ciudades europeas, los ciudadanos de la capital holandesa nunca perdían el tranvía, pero hacia finales del siglo XX, la extensa red de Ámsterdam se había quedado obsoleta y sus anticuados tranvías quedaban permanentemente fuera de servicio por culpa de las averías. En 2003, una flota de nuevos tranvías Combino entró en servicio; esta flota incorporaba suelos bajos que permitían el acceso en silla de ruedas. Subir en uno de estos relucientes vehículos azules y blancos, que funcionan junto con un buen número de coches más antiguos que aún se conservan, es algo que debes probar.
Viajar en tranvía es una manera excelente de ver Ámsterdam para los que no tengan tiempo de hacer una excursión por el agua, y los Combinos, con sus grandes ventanillas, ofrecen maravillosas vistas de la «Venecia del norte». Los nuevos tranvías llegaron gracias a una importante remodelación de la red, a la que se le añadieron varios kilómetros. Aún inacabada, su primer fruto fue la introducción de una nueva ruta: la ruta 26, desde la estación central hasta los nuevos núcleos urbanos de IJburg en islas artificiales recuperadas al enorme (y también artificial) mar interior IJsselmeer; estos núcleos son un ejemplo más de la habilidad holandesa para convertir el gua en terreno seco, y el mar artiicial es un ejemplo de su talento para convertir agua salada en agua dulce.
La línea 26 se conoce inevitablemente como el «IJtram». Esta ruta de 8,5 kilómetros recorre principalmente zonas residenciales, en lugar del pesado tranvía urbano, e incluye el túnes Piet Hein, de 1,5 kilómetros. Por suerte para los pasajeros que lo toma para ir al trabajo, es la única línea de tranvías de Ámsterdam que acepta bicicletas no plegables. También ofrece un interesante viaje de ida y vuelta desde el centro de la ciudad, durante el que pasa por la nueva y espectacular sala de conciertos Musiekgebouw, la terminal de pasajeros donde atracan los cruceris, el hotel Lloyd y los muelles orientales, antes de cruzar las sucesivas islas de IJburg. No es viaje particularmente vistoso, pero te ofrece la oprtunidad de descurbrir el trabajo que se está realizando para reconstruir el frente acuático de Ámsterdam, y además no deberías perderte IJburg.
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